martes, 15 de septiembre de 2009

Papá, ¿Qué hiciste en el Proceso?



Nueva Sección:

Papá, ¿Qué hiciste en el Proceso?

Hoy inauguramos una nueva sección de Avivadas. Nos dedicaremos a investigar el papel que cumplieron diferentes personalidades, instituciones, medios, políticos, etc. en tiempos de la dictadura militar de 1976 a 1983. Muchos, también, participaron de anteriores dictaduras que se analizaran. Nuestro propósito no es policíaco ni revisionistas y aceptamos los errores que se pudieron cometer en el pasado. Errar es humano, pero más humano es reconocer esos errores. Algunos, lamentablemente, no lo han reconocido.

En épocas donde la democracia, la libre expresión y el rol de los medios están en difusión es bueno saber como actuaron aquellos que se embanderan en dichos principios.

Hoy: Clarín

Este es un caso paradigmático. Hoy el Gran diario Argentino proclama la libertad de expresión y el periodismo independiente. Esto seria una proclama muy respetable si viniera de un medio que siempre lucho por esas causas y sufrió los embates de gobiernos dictatoriales, que protegió a sus periodistas perseguidos, que no participó en negociaciones espurias con los gobiernos de turno (tanto democráticos como los que no fueron), que fue imparcial en sus comentarios, entrevistas y noticias. Pero Clarín no puede jactarse de ser objeto de estas cualidades.

Estamos en 1976 (no se preocupe por el escalofrío que le invade todo el cuerpo, es solo un viaje imaginario) Clarín trascribía una editorial firmada por su directora Ernestina de Noble:

“Aunque resultara innecesario justificar las motivaciones de la acción militar del 24 de Marzo –porque nada fue más evidente que la incapacidad del anterior gobierno para modificar el rumbo que nos conducía a todos al desastre- ha sido oportuno que el país escuchara las explicaciones de su nuevo presidente. Ellas ratificaron el hecho conocido de que las Fuerzas Armadas no han interrumpido el proceso que se venía desarrollando, sino cuando tuvieron el convencimiento de que se hallaban agotados todos los recursos susceptibles de operar la indispensable rectificación.”

Y además agregaba:

“Corresponde también al Estado, de acuerdo con la sobria y precisa exposición presidencial (se refiere a Videla), fijar las normas que impulsarán y enriquecerán la cultura, que estará abierta al aporte de las grandes corrientes del pensamiento, pero mantendrá siempre fidelidad a nuestras tradiciones y a la concepción cristiana del mundo y del hombre.


Finaliza:


Acertado diagnóstico y clara definición destinada a terminar con las mistificaciones de un nacionalismo declamativo y empeñado en utilizar los aspectos emotivos o formales de lo nacional para trabar las acciones que efectivamente fortalecen la soberanía. Un ejemplo claro de ello fueron las sucesivas “argentinizaciones” que dejaron al país –entre otras cosas- sin combustibles y sin teléfonos.
La palabra presidencial, sin buscar aplausos anticipados, ha fijado un rumbo apto para la solución de los problemas nacionales. Y como el mismo Presidente lo expresa, el acierto de las decisiones del gobierno será en definitiva el que suscitará la adhesión de la gran mayoría de los argentinos.”

Se podrá decir que eran épocas en que opinar diferente significaba desaparición, tortura y muerte. Es correcto diré, pero la labor del periodista no es ver las consecuencias de la verdad, sino exponerla de forma más fiel posible sin caer en obsecuencias ni “aplausos anticipados” a un gobierno de facto que usurpó a un gobierno elegido por el pueblo y a solo unos meses de elegir uno nuevo. El periodismo puede tener una visión crítica, y eso es libertad de expresión, pero esa libertad debe ser ejercida y no otorgada al gobierno de turno enmascarando la realidad como “total normalidad” que vemos en la tapa del matutino del 25 de marzo de 1976. Evidentemente Clarín hace tapa de la realidad según le conviene y muchas veces la tapa, como dice su “filosófica” publicidad.

Por último diremos que en ese año el gobierno militar confiscó las empresas del Banquero David Graiver (muerto en un confuso episodio) y obligó a su viuda firmar un pre-boleto de ventas de acciones del Papel Prensa a la empresa formada por Clarín, La Nación, La Razón y La Prensa ( este ultimo rechazó el negocio) Fapel. La operación se concretó el 18 de enero de 1977 por tres veces menor al valor real. Esta asociación entre el estado y los diarios posibilitó un mayor control de la prensa; además los diarios se garantizaron controlar la competencia.

Dice Jorge Lanata en una nota publicada en Critica de la Argentina el 13 de abril del 2008:

“… Después de ceder las acciones los miembros del Grupo Graiver fueron detenidos e intervenidos en todos sus bienes para evitar que algún reclamo de herederos afectara la tenencia de Clarín y sus socios. El general Camps, jefe de Policía de la provincia de Buenos Aires, efectuó personalmente las detenciones.

Los Graiver ni siquiera cobraron la cesión de las acciones. Gracias a gestiones de la dictadura, los diarios lograron dos créditos: del Banco Español del Río de la Plata y del Banco Holandés Unido sucursal Ginebra, por 7.200.000 dólares, a sola firma y sin avales. Años más tarde, ante el fiscal de Investigaciones Administrativas Ricardo Molinas, Magnetto declaró que el préstamo tuvo un aval de una papelera internacional, pero se negó a ratificarlo por escrito a pedido del fiscal.

En mayo de 1977, en una solicitada publicada en su tapa, Clarín, bajo el título “A la opinión pública” dio su versión de la compra de Papel Prensa, aclarando que “la transacción se celebró a la luz pública y con el consentimiento previo y posterior del Estado”, algo que se hizo –decía “resguardando el abastecimiento para todos los diarios de su principal insumo, en defensa de la libertad de prensa, de conformidad con una centenaria tradición argentina y respetando uno de los soportes de nuestro estilo de vida”. El primero de agosto de 1978, en la tapa de La Nación, puede verse una fotografía cívico-militar de inauguración de la planta.”